De cuando compré galones y galones de Mirinda para ganarme un GameBoy Color en el programa de Chabelo

Era 1999 y ya estaba entradísimo en Pokémon. No tenía un GameBoy, así que lo jugaba intensamente en un emulador que descargó mi hermano para la PC de la casa. En aquellos tiempos (y vaya que eran buenos) tenía 13 años y tenía rato sin ver el programa de Chabelo —nunca he sido fan de levantarme temprano los domingos—, pero un día apareció esto en la tele y surgió en mí una nueva obsesión:

El Gameboy Color de Mirinda existía. El refresco no me importaba —“demasiado dulce”, pensaba—, pero ahí estaba la opción de tener un GameBoy Color —¡COLOR!— gratis —¡GRATIS!. Me obsesioné y lo deseaba como si fuera el pokémon 152 —por supuesto, ya sabía de la existencia del 151, Mew. Me interesaba tanto porque, verán, en algún momento temprano de mi infancia me llegó la conciencia económica y supe que los juegos y consolas no eran baratos. Por ejemplo, mi hermano y yo compramos juntos nuestro Super Nintendo y nos costó 700 PESOS. Eran los ahorros de nuestras vidas en 1992, y miren que traía 2 controles y un juego: Super Mario World. Tiempo después quise Super Mario World 2: Yoshi’s Island y nunca lo tuve: costaba 600 PESOS. Era una locura, por lo menos para mi familia —y miren que no fuimos pobres, solo que había prioridades.

En fin: tenía que ganarme ese GameBoy Color de Mirinda. Es muy probable esté equivocado, pero según recuerdo, la dinámica era sencilla: debías comprar Mirinda en tiendas Gigante —ha, México pre-Y2K— y mandar las taparroscas a En Familia con Chabelo. Cada semana, como durante dos meses, Chabelo extraería sobres de la correspondencia y esos remitentes serían los afortunados ganadores de la consola. Corte a: mi madre comprándome litros y litros de Mirinda en Gigante. No podía ser cualquier presentación de Mirinda: debía ser la presentación de 600ml, porque esa era la que incluía las taparroscas 3D de Pokémon. Aún tengo varias. Además, Gigante no era nuestro supermercado de cabecera. Por mi casa de aquel entonces había un Mega Comercial Mexicana, así que ir a Gigante consumía más tiempo, dinero y esfuerzo. Nos tomaba unos 45 minutos llegar al Gigante de Plaza del Sol —los que conocen Guadalajara saben de qué hablo— a comprar Mirindas. Y ya. Mi mamá y yo bebimos Mirinda los próximos 4 meses de nuestras vidas, quizá. Agua y Mirinda, antes de que se pongan rudos en los comentarios con mi alimentación infantil. Durante ese tiempo, esto aparecía en televisión, por cierto:

Es, en pleno 2015, el mejor comercial que haya visto en la televisión mexicana. Pero ya se habrán dado cuenta de que es posible no esté siendo objetivo.


Como se imaginarán, durante un par de meses le dije NO a mi dignidad y vi el programa de Chabelo todos los domingos, desde el principio —según recuerdo, iniciaba poco antes de las 7AM. Lo cual es irónico, porque no solo gasté mis domingos (el dinero que me daban cada semana «para aprender el valor del dinero») sino que también entregué mis verdaderos domingos, o por lo menos la mañana de ellos. El infeliz nunca sacó mi sobre —qué bueno que ya te vas a quedar desempleado, Chabelo— así que no tengo ese GameBoy Color. Y digo “ese” porque la historia tiene un final feliz: toda esa Mirinda no me provocó diabetes y mi madre me compró un GameBoy Color Atomic Purple junto con una copia de Pokémon Red. Gracias mamá, eres lo máximo.


A veces me acuerdo de la consola de Mirinda y la googleo, a ver qué sale. Es obvio que este GameBoy Color es valioso, porque, aún cuando tiene ese espantoso logo en medio, ante los ojos de un coleccionista es una consola limitadísima. He leído que también fue distribuida en Turquía, así que si un día conozco un turco podemos romper el hielo sin problemas.

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Entre mi colección tengo varias joyas —un King of Fighters ’96 para GameBoy, Metal Gear Solid para GameBoy Color, Advance Wars para GameBoy Advance, Metroid Prime Trilogy para Wii y Deadly Premonition para Xbox 360, entre otras— pero nunca tuve el GBC de Mirinda, que sellado puede costar más de $7,000. Maldita sea, nunca debí abrir mi 3DS XL de Pikachu. Si un día pierdo mi empleo, revender artículos de Nintendo es lo más cercano que estaré de imprimir dinero.


Publicado por aeleaene

Louder than God's revolver and twice as shiny.